Ser en grupo. Entrevista a Cabeza, grupo de escritura feminista

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Un tiro cada uno nace de investigaciones periodísticas, imágenes, textos y un movimiento muy concreto que se potenció fuertemente a partir del 2015 con la primer marcha de «Ni Una Menos» en Argentina. Si hay algo que aprendí en y del feminismo fue la colectivización. Pienso entonces en el hallazgo de contar la violencia que nos atraviesa en grupo, en juntarse a pensar, a llorar, a hacer. Un tiro cada uno es una obra sobre un feminicidio pero, sobretodo, la obra de un grupo de chicos que nacieron y se criaron en nuestro mundo patriarcal. Así, Ale, Nacho y P son encarnados por Mariana de la Mata, Consuelo Iturraspe y Laura Sbdar que forman Cabeza, el grupo de escritura feminista. Cuando veo la obra pasaron ya cuatro años del primer «Ni Una Menos», pero la violencia sigue presente día a día, en cada diario, en cada foto, en cada publicidad que veo en la calle mientras camino al teatro. Pero nosotras, también, estamos cada vez más presentes, arriba y abajo del escenario para contarla.

GIULIANA-¿Cómo y cuándo nace el grupo Cabeza? ¿Con qué deseo o desde qué impulso?

CABEZA- El grupo nace como nace nuestra amistad. Nos conocimos estudiando Dramaturgia en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático y aunque escribimos muy diferente nos gustaban mucho los trabajos de la otra. Nos interesaba explorar la escritura colectiva y a partir de ese primer impulso nos juntamos a pensar de qué queríamos hablar, qué nos interpelaba. Era el 2015 (año de la primer marcha de «Ni Una Menos») y enseguida apareció la violencia de género como temática. Así, empezamos a leer sobre casos reales en nuestro país, nos juntamos a investigar, llorar y pensar, y así nació el proyecto y el grupo.

G- ¿Qué significa entonces para ustedes la escritura colectiva?

C-Nos juntamos teniendo ciertas intuiciones de las otras dadas por lo que leíamos de su escritura y eso se nos presentaba como algo atractivo. Desde esas intuiciones empezamos a construir una red. El qué hacer y cómo lo fuimos encontrando juntas, desde la sospecha hasta el fin de la obra. Ahí está para nosotras la grupalidad, pensar el trabajo en grupo, preguntarse cuál es la subjetividad de las tres, esa entidad que nace de la unión. Entender el pensamiento múltiple como potencia, un lugar donde mezclar de manera desordenada y desjerarquizada, salirse de una cuestión autoral o de mirada propia en pos de una mirada grupal. También estaba la voluntad de enriquecerse, tener un espacio creativo en torno a la obra y al pensamiento.

G-¿Y de qué forma se desarrolló la investigación en particular?

C-Fue una búsqueda errática, encontramos el método a medida que zigzagueamos entre los artículos, imágenes y notas que íbamos pasando entre nosotras. El periodismo fue desde donde se inició todo.
La idea era empezar a expandir la información que circulaba, compartirla. En la investigación una cosita te lleva a otra cosita, fue así pero colectivizado y amplificado. Sí fuimos rigurosas en tener un día destinado a llevar propuestas y la investigación tuvo mucho que ver con el encontrarse para pensar entre las tres. Y entonces el proceso se mezcla con la amistad, tomar cerveza, ver una obra, ir a una marcha. Todo lo que tiene que ver con el cuerpo estuvo muy presente, el cuerpo y el tiempo, tener todo el tiempo del mundo, prestarle atención a esas cosas que aparecen y no tienen que ver con la razón por la cual nos juntamos pero nos lleva a pensar algo nuevo en el material, un tiempo de ocio compartido. Y me pregunto si es posible que aparezcan en estos modos que tenemos ahora particularmente para comunicarnos, arriesgaría que no, pero no sé.

G-¿Y cómo fue la transposición a la ficción?

C- La intención de escribir ficción estuvo siempre. Por lo tanto todo lo otro estaba pensado como una especie de alrededor que queríamos que destilara en un relato de ficción. También tuvimos algunas estrategias de una dramaturgia más clásica como elegir un espacio, un tiempo, una acción y unos personajes. Eso se volvió la forma de concretizar la ficción y después fuimos encontrando otras cosas como la aparición del diario íntimo, por ejemplo.

G- Qué intenciones, criterios y pensamientos tuvieron en cuenta o aparecieron a la hora de narrar la violencia?

C- Esa es una de las grandes preguntas de la obra y del grupo en general, siempre muy liminal con la violencia de género pero también con la violencia, en general. Fue una pregunta que nos acompañó desde el comienzo hasta la puesta en escena, es compleja y amplia, difícil de resolver en una respuesta única. Lo que sí encontramos fue una posibilidad de activar esa pregunta o una respuesta en la forma de la obra que hicimos, con todas las cercanías y dificultades que eso conlleva. Pensamos en que si esa violencia que es tan real, cruda y palpable en la vida cotidiana necesita tener un pensamiento en lo escénico, en lo ficcional y estético, generar una tensión. Y fue una de las cosas más difíciles, enfrentarse con la violencia y querer de alguna forma representarla, ponerla en escena y corporizarla, no sacárnosla de encima, sino todo lo contrario, hacerla carne. Y pensar cómo administrar la violencia en la ficción para que vaya apareciendo y creciendo. Por ejemplo, uno de los resultados poéticos que apareció fue la ausencia del cuerpo de Rocío y la presencia de su voz. Era una de las formas de narrar la desaparición de esos cuerpos. Todo el tiempo teníamos la conciencia de tener esa pregunta entre manos, no queríamos tomarla con la omnipotencia responderla con la obra, sino de esbozar zonas de aproximación.

G- Si pudiesen pensarse en el principio del proceso y al final, ¿qué efectos tuvo la obra en ustedes, a nivel profesional y personal?

LAURA- A nivel personal me hizo poner el cuerpo. No soy actriz, no actúo y, de pronto, la pregunta por la violencia y la necesidad de encarnarla junto con el arrojo colectivo hizo de alguna manera que terminemos estando en la escena. Fue un movimiento inesperado. En los inicios nos juntamos solo a escribir y de pronto tuvo ese desarrollo y ese arco porque la obra, el tema y el grupo lo necesitaban.

CONSUELO: A mí me pasó algo muy parecido y, al mismo tiempo, siempre me sentí muy protegida y cuidada para poner el cuerpo y correrme de la individualidad.

G- ¿Cuál fue la reacción del público?

C-Una de las cosas que más nos llamó la atención fue la reacción del público, justamente. Es una obra que conmueve y, en general, la mitad de la sala termina llorando. En la pregunta sobre la violencia aparece una respuesta que es ese diálogo cuerpo a cuerpo, nosotras encarnando la violencia, siendo atravesadas por eso y generando un diálogo con las personas que están ahí, viendo la obra. Hay algo muy concreto que sucede en los cuerpos conviviendo. La identificación de los varones también fue muy fuerte. No había varón que no se identificara con un rasgo de los personajes, porque no son monstruos, son hijos sanos del patriarcado. Es muy difícil no estar en contacto con el tema y puesto en escena se vuelve un espacio de mucha conmoción, tanto desde la identificación de los varones en roles sociales, grupales, como personas que conectan por haber instalado esa pregunta en un ámbito de ficción.

G- Pensando en el futuro ¿tienen algún proyecto en mente?

C- La obra está muy viva y estábamos entablando conversaciones sobre cómo seguir en diferentes lugares porque veníamos de presentarla en el FIBA, el Festival Internacional de Buenos Aires. La idea de continuar haciendo otros trabajos está muy presente pero estábamos enfocadas en seguir haciendo la obra primero.

G- ¿Y un libro, una canción y unx artista para recomendar?

C- Un libro, Chicas muertas de Selva Almada; una canción, Dr Psiquiatra y unx artista, Adriana Lestido.

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