Dramaturga, directora, escritora, docente y más, comienza el 24 de julio un taller virtual en Mu Trinchera Boutique. Cuál su propuesta experimental, sus obras y las que la inspiran. Cómo abordar el arte en tiempos de pandemia y de no pandemia: cómo no tematizar y dejar que nos atraviese. A las puertas de su nueva novela, esta artista exquisita comparte su sensibilidad a flor de piel para invitarnos en el viaje de ida de la creación literaria.

“Escribo rodeada de libros”, cuenta Laura Sbdar. “Es un proceso solitario pero El viaje inútil me pide Háblame de amores y entre El brillo, El placer del texto y el último Desierto sonoro, escribo siempre acompañada”. Apela así a esas alianzas invisibles y decisivas que selló en su intimidad con lxs autorxs que cita: Camila Sosa Villada, Pedro Lemebel, Robin Myers, Roland Barthes y Valeria Luiselli. Escritora, directora de teatro y dramaturga, Laura es autora de Las criaturas, que se publicará este año en Editorial Elefante y Las Kellis, novela que terminó de escribir al inicio de la cuarentena.

Escribió y dirigió las obras de teatro Turba, Vigilante, Ametralladora, El movimiento Susana y Gloria. También Un tiro cada uno, obra de Cabeza, un grupo de escritura feminista que integra junto a las dramaturgas Mariana de la Mata y Consuelo Iturraspe Antes de la pandemia Consuelo – su mejor amiga- se fue a vivir a México y comenzaron a intercambiar cartas. «La fuerza epistolar» bautizaron a este ida y vuelta que ya lleva más de cincuenta cartas con más de diez códigos postales diferentes “porque Consuelo es muy movediza”.

De niña Laura dio con una lectura inolvidable: Las aventuras de Aceitunín, Aceitunón y Aceitunona, una serie de cuentos con una familia de aceitunas como protagonista, encerradas en un frasco en un supermercado. “Cada cuento narra una aventura distinta: la revolución que organizan las aceitunas junto a otras conservas (valga la contradicción) para salir del súper, las asambleas, los festejos de cumpleaños, etc. Todo narrado desde las distintas voces de las aceitunas. ¡Una maravilla!”. Las aceitunas insurrectas despertaron en su niñez las ganas de narrar historias. . Describe sus procesos de escritura como verborrágicos, aunque en este momento está transitando un tiempo teñido de lentitud en esta actividad creativa.

Cuando arrancó el aislamiento obligatorio y las salas de teatro se vieron obligadas a cerrar, Laura tenía tres obras en cartel.: “Las tres están protagonizadas por mujeres que viven situaciones difíciles que las hacen estallar. Las ficciones -amorosas, fantasmáticas, poéticas, delirantes- que construyen las protagonistas son las katanas para revertir sus existencias. En Vigilante, una madre soltera, trabajadora, guardia de seguridad privada, pasa la noche custodiando el barrio, se enamora de un chorro- el pibito hermoso- y construye fantasías para combatir el miedo. En Turba, la protagonista es víctima de una red de explotación sexual y entre música y boleadoras, se escapa de la wiskhería para encontrar a su hija Cumbia Plomo, en medio del desierto amarillo. En Ametralladora las protagonistas son dos niñas que tienen un accidente de micro, son internadas en un hospital y junto a les otres niñes organizan un motín infantil”.

Sbdar por Martina Perosa.

¿Qué temáticas suelen interpelarte para plasmarlos en la dramaturgia?

No pienso la escritura bajo la categoría del tema porque creo que eso la cristaliza. Al escribir, lo que hago es trabajar entre el ruido y la imagen, los restos y la acumulación, la música y el vacío. Los temas van apareciendo en el tejido sensitivo que produce la escritura. No como algo a priori a ser abordado. Me resultan más atractivos los derroteros escriturales que hacen aparecer los temas en forma de pregunta y no de certeza, de búsqueda y no de un saber preconcebido.

Si sé que voy a escribir sobre feminismo probablemente lo único que haga es escribir sobre feminismo (suponiendo que este universal y singular existe). Pero si lo que me interesa es construir la voz de una madre soltera que trabaja en una garita de seguridad doce horas por días, si me interesa ver cómo respira esa voz, cuándo traga el aire, cuándo lo larga, si las palabras se le cortan por el frío o el miedo, si endurece el ritmo para que los ojos no se le empañan, si repite una sílaba como escudo o enmudece por amor, entonces quizás las palabras se vean empujadas y puedan decir algo más de lo que el lenguaje les permite.

¿Qué puntos en común podrías identificar –si los hay- en tu derrotero como dramaturga? ¿Hay intersecciones entre tus obras, zonas que se crucen y dialoguen entre ellas?

Creo que el punto común está en lo que te decía respecto a la concepción de la escritura. En mi interés por construir universos (femeninos) desde el sonido y las imágenes, en la búsqueda por producir contrastes formales y sensitivos que habiliten otros modos de ver, en el rastreo político que trae la metáfora, el desacuerdo y la predicación impertinente.

Años atrás algunas adolescentes de ese tiempo soliamos escribir diarios personales. Ahora ese diario sería Instagram o Facebook, incluye fotos y es público ¿Qué pensás que ganamos y qué perdemos – por ponerlo en esos términos- con el tránsito de lo privado que muta en lo publico? ¿Cómo encontrar la propia forma de contar, de contarnos?

No creo que haya una mutación de lo privado a lo público. Lo que se produce en las redes es pura mostración, pura publicidad. En todo caso hay una construcción ficcional de lo privado. Y como tal, tiene su modo de ser narrada: algunas son más verosímiles, otras más montadas, algunas recurren a la imagen, otras al texto, pero todas establecen un pacto ficcional. La cuestión es no olvidarlo.

Afirma Laura que actualmente lo que más le interesa son los textos en proceso. En sus talleres de escritura está en contacto con textos en construcción, a los que define como “textos abiertos, frescos, ávidos, en búsqueda. Textos que escuchan. Textos deseantes”.

 

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