Dramaturgia y dirección: Laura Sbdar / Actuación: Nicolás Goldschmidt / Vestuario y escenografía: Pía Drugueri / Luces: Matías Sendón / Sonido: Franco Calluso / Coreografía: Flor Piterman / Sala: Espacio Callejón, Humahuaca 3759 / Funciones: viernes, a las 22.30 / Duración: 50 minutos / Nuestra opinión: muy buena

Bendecidos y en problemas a quienes les toque interpretar un texto de Laura Sbdar, potente voz de la generación sub 30. La autora de los unipersonales Vigilante, Turba y Ametralladora ofrece a quien se anime un universo a rasgar capa por capa, textos sin ninguna convención dramática, poesía para ser gritada en medio de un huracán después de deglutirla hasta hacerla sangre y oxígeno. Un desafío para actores con esa cuerda vibrante y energía descomunal como Nicolás Goldschmidt, protagonista de Ametralladora.

Sin embargo, si con burlona ironía Claudia Cantero en Vigilante o la bomba de estrógenos Iride Mockert en Turba se apropian de esas suculentas líneas para contar sus personajes, en el caso de Goldschmidt se produce un empate hegemónico (perdón Gramsci) entre texto y actuación. El virtuosismo de este actor y bailarín es tan apabullante que captura la mirada sin negociación: solo podemos estar ahí, con la boca abierta, viéndolo hacer. Y esa habilidad superior compite con la catarata de metáforas superpuestas, el fluir de asociaciones, la herida en llamas y la utopía a machetazos que propone la pluma de Sbdar, además directora de la obra. Pero no hay duda de que todo este estallido, por riesgoso y lanzado, es un gran ejercicio para el espectador. Que será fecundado por imágenes escénicas de enorme belleza como la que abre el espectáculo: unos pies con cordones sueltos colgando en el vacío, las luces y sombras (de Matías Sendón) y la voz de una nena que tendrá un accidente. A partir de ahí, a cabalgar a pelo por el motín de la ternura.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *