¿Qué hacemos los trabajadores cuando no tenemos nada de nada? ¿Cuándo tu vecino, y el vecino de tu vecino están en la misma situación? ¿Cuándo tenés todo por hacer, con todas las capacidades, conocimientos y ni a tus hijos podés dar de comer? Organizar a los desorganizados: esa es la cuestión que bien muestra la obra El movimiento.

Dramaturgia: Laura Sbdar, Ezequiel Murmis
Actúan: Enrique Biondini, Valeria Blanc, Valentina Britos, Nicolás Mauro, Juan Esteban Montoya, María Pia Poveda, Verónica Volman
Escenografía: Rodrigo Diaz Ahl
Diseño sonoro: Martín Ameconi, Luciana Morelli

En: LA MATERIA
Malabia 1077, CABA , los sábados a las 22.

 

La obra teatral de Laura Sbdar y Ezequiel Murmis se propone abordar las contradicciones a las que se enfrentó el movimiento piquetero desde su auge, durante la rebelión popular de 2001, hasta el proceso de cooptación y represión (combinadas las dos cosas) vivido antes (presidencia Eduardo Duhalde) y  durante el kirchnerismo.

El espectador se encuentra con una realidad que tiene vigencia histórica y también actual, porque el movimiento piquetero, a pesar de los ataques recibidos por parte del Estado, la iglesia, la burocracia sindical y punteros de diversos pelajes, además de  asesinatos y encarcelamientos, sigue presente en la escena política.

La puesta abunda en situaciones de alto impacto: desde el detalle de no poder bañarte por diez días hasta la tragedia de perder un bebé por no poder parirlo; o qué pasa cuando uno de los miembros de la asamblea consigue trabajo, o qué ocurre con el amor cuando la pareja de dos organizadores se rompe al diluirse esa fuerza intensa que vivieron en común.

Sbdar pone en el tapete las dificultades que tuvo un “movimiento”  meramente reivindicativo, que fue parte de un fenómeno más vasto aún: el de las Asambleas Nacionales Piqueteras, ausentes en la obra. Quizás es un interrogante, que da para una segunda parte, sobre qué pasó con los desocupados que pasaron a las fábricas o a puestos estatales o docentes, y que hoy son protagonistas del proceso de recuperación de sindicatos; es decir, de la evolución de parte de ese activismo que hizo su experiencia en las barriadas piqueteras de todo el país. O el ascenso de la izquierda (incipiente) como no se veía desde hacía décadas en nuestro país.

Para el debate: la obra, subrepticiamente, sugiere la derrota del movimiento piquetero. Ya que próximas batallas recogerán esa experiencia histórica, metida en la combativa clase obrera argentina, su historia es testimonio vivo.

Quizá a los que vivimos ese desarrollo histórico concreto nos hubiera gustado un: ¡Piqueteros Carajo!

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