El texto que publicamos a continuación pertenece a la obra Turba, escrita por la autora argentina Laura Sbdar, a partir de una idea de Iride Mockert. Turba obtuvo el Primer Premio Germán Rozenmacher de Nueva Dramaturgia 2018 y fue publicada en edición cuatrilingüe.

III. TURBA

El varón me ve perdida, nublada como los amaneceres húmedos de la selva, y busca despabilarme a pico y pala. Mamita. A pico y pala. Mamita. A pico y pala. Mamita. Cachetea. Eu. Mamita. Cachetea. Eu. Ya no se divierte con el juego de la muertita. Mamita. La muertita. Cachetea y me mete las uñas largas en la cola como para despertarme. Rasguña profundo. Con este culito debes cagar bombones. Ríe, que ni estando con todo su cuerpo adentro mío como morfina en jeringa, se le borra la voz. Me entierra la poronga en la boca como una máquina excavadora. Me rastrilla la garganta y siento la sangre ladrillosa entre mi lengua y su piel. Y no sé.

No sé de quién es el riachuelo agrio que corre entre mis dientes y sus venas hinchadas. No sé si mío, si del tipo, si de los dos. No sé si de los dos se mezcla la sangre, obligándonos a pactar un encuentro a puro plasma. No sé si mío el llanto que moja las ojeras moradas de tanto pico, pala y trompada o del tipo que se derrite en la eyaculación. No sé si mío lloro pero lloro y no lloro de dolor. No, porque el dolor ya se sabe costumbre y entonces solas se secan las lágrimas. No sé si mío lloro pero lloro y no lloro de dolor. Lloro de no saber ya sentir lo que es mío y lo que es ajeno. Lloro de no saber distinguir si la que fluye es la mía, si chupo y me atraganto por el líquido de mi corazón o si la que me bombea el paladar es la mar del sepulturero. Pero el llanto de nada sirve en la quietud. El llanto sirve en el torrente. Y entonces entre tanto no sé y no sé, yo, linda para turbar el corazón sí, pero también para poner en acto la necesidad, aprovecho la anunciación que me cae sobre la jeta con los ojos del tipo dados vuelta como pañales recién cagados. Con la carne en mi boca me pongo a hervir las lágrimas, los dientes se me afilan y muerdo.

 

Artículo publicado originalmente en Poscultura

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *