Obra ganadora del Primer Premio Germán Rozenmacher a la Nueva Dramaturgia 2018. Escrita por Laura Sbdar, dirigida por Alejandra Flechner y protagonizada por Iride Mockert. TURBA es una mirada en el mundo de la trata de personas y la recuperación de una historia de dominio. Desde el 23 de septiembre, los lunes a las 21:30h, en El portón de Sánchez.

Fotos: Nacho Miyashiro

Por Violeta Micheloni

 

En una sala oscura se escucha un sonido que corta el aire. La luz aparece lentamente y nos presenta a Turba. Con sus manos y sus brazos hace girar dos sogas a toda velocidad, cada una con una bola en la punta. La voz crece y mete miedo. Llegó TURBA, topadora de corazones.

Un unipersonal que resultará difícil de olvidar, tejido por muchas manos. Una obra que se sumerge en el terrible mundo de la trata de mujeres y se atreve a darle una voz implacable a uno de los sujetos más silenciados. Una idea original que Iride Mockert le presenta a Laura Sbdar, que compone un texto y le vale el Primer Premio Germán Rozenmacher a la Nueva Dramaturgia 2018. Estrenado el pasado lunes y protagonizado por la misma Iride Mockert, Alejandra Flechner se ocupó de dirigirlo.

Con trenzas de trapera Turba es cuerpo y palabra enlazadas en feliz comunión. Su top le reza a Santa Gilda y su cuerpo todo lo puede. Iride Mockert desaparece en un personaje que se queda con todas las palabras, con todos los movimientos. Su despliegue en el escenario abruma por el nivel de desgaste físico y al mismo tiempo de precisión absoluta en el manejo de voz y movimiento. Su monólogo se vuelve canto, se vuelve grito, se vuelve declamación. Todos los registros atraviesan esta Turba que puede ser una, pero también es muchas.

Flechner elige poner en primera plana el trabajo físico con una estética que hace referencia a un imaginario pop actual. Turba parece alternativamente una trapera muy entrenada y un personaje hentai-cumbiero, que domina el keytar. Alternando entre dos mundos bien definidos en el espacio del escenario, alternando también entre la música y el monólogo, la obra apuesta a marcar un ritmo constante que de a poco acelera hasta alcanzar una tensión casi insoportable.

No es la primera vez que esta dramaturga encuentra una voz imparable en un personaje al que la historia le sacó la palabra. Algo así pasaba también en Vigilante, y en Ametralladora, sus dos últimas obras. Pero este texto llega al oído con un ritmo que avanza desde hace siglos de dominio y de conquista de aquello que no puede defenderse. Laura Sbdar enlaza el desierto, las boleadoras y el grito sapucai con la cumbia que ayuda a hacer frente al dolor. El ritmo que viola, que mata, que conquista desde tiempos inmemoriales contra la música que puede ser una llave para encontrar la salida del infierno. Un cuerpo al que lo hacen sonar, sonar y sonar y que del dolor más profundo saca las fuerzas para ganarle al que ataca con la fuerza de un caballo. De esa dominación, de esa opresión, surge la furia, el grito sapucai que atraviesa del desierto y lo vuelve vida.

Iride marca el ritmo con su cuerpo y nos hace carne la experiencia del despojo. El perder la identidad para recuperarla a fuerza de decirse. La mujer vuelta simple territorio de conquista de una guerra patriarcal que viene desde nunca y desde siempre, frena, salta, grita y establece: yo soy la reina del terreno.

http://www.agenciapacourondo.com.ar/cultura/turba-en-donde-mas-duele

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