El movimiento es el intento de incorporar a la dramaturgia las experiencias de las revueltas que la democracia hizo detonar como frutos en el asfalto de los cortes de ruta.

Por Alejandra Varela

Los carteles pegados en la pared y las imágenes de un televisor añejo, casi escondido en el escenario, hacen de lo real, de esa marca del recuerdo colectivo que la historia reciente trae de un modo testimonial, una instancia que la directora se propone trabajar al mismo nivel que el público, como una suerte de continuidad que no necesita ser atravesada por formas narrativas que la saquen de su literalidad.

Si el rasgo piquetero es el tema y la materia, la crudeza casi documental, entendida como una suerte de registro de lo inmediato, será la puntada que desafíe la artificiosidad propia del teatro.

Alain Badiou se propuso pensar en un texto luminoso, llamado Qué piensa el teatro, por qué cuando lxs artistas se internaban en el tormentoso río del arte político acostumbraban a contar los padecimientos, a delinear víctimas que sufrían los estragos del sistema y muy pocas veces se animaban a elaborar una estética donde se mostraran las capacidades de lxs olvidadxs, sus potencialidades en la forma de una acción. El ejemplo argentino, original y arriesgado en cuanto a sus estrategias de supervivencia y de lucha, aparece como un material desaprovechado al momento de empaparse en las nuevas formas del realismo, de hacer del teatro político no un enunciado, sino un pentagrama donde se pueda leer la trama política con otras sonoridades. El camino de la verosimilitud se vuelve manso cuando los personajes son retratados desde la pasividad y la queja.

El esfuerzo de Laura Sabdar por encontrar en el movimiento piquetero el pliegue argumental de una dramaturgia, que a su vez se ve forzada a construir una narrativa que pueda contenerla, es un riesgo que encuentra algunas escenas embrionarias y definitivas limitaciones. Pero se trata de un campo que no tiene muchos antecedentes, sobre el que la autora se convierte casi en una pionera que está produciendo desde la base de una edificación todavía deshabitada.

Se nota un conocimiento sensible sobre esa cotidianidad de conurbano donde las mujeres asumen una ferocidad que las lleva a la ruta con los hijos a cuesta y que les enseña a no conformarse. Esa escena donde una de las chicas le lava la cabeza a su compañera en un balde sucio, con un shampoo que lleva en su bolso, metido en una botellita de agua mineral, en un gesto de tratar de recomponer a una amiga herida, defraudada, que está allí, preparándose para una reunión en la que será desalojada del local donde vive con su novio, rebela una delicada solidaridad entre mujeres pero a la vez el esfuerzo que una tarea tan ínfima puede implicar cuando la carencia material es demoledora y la suciedad y la ropa pegada y el pelo enredado pueden ser una forma de ir borrándose entre el humo de los neumáticos quemados y los gases lacrimógenos.

El movimiento toma el conflicto político y lo sienta a la mesa de una asamblea para funcionar como una suerte de reconstrucción documental. Las contradicciones que instalan los primeros años del kirchnerismo en el entramado piquetero cuando algunxs integrantes comienzan a incorporarse al espacio de trabajo y proponen nuevas formas de intervención, mientras que otros sectores quieren persistir en los cortes, se convierte en una ilustración atrapante que la directora prefiere mutilar desde lo dramático, dejarla allí, suspendida como un problema que no se resolverá en el teatro sino en la maraña de una realidad que amenaza con volver.

Como un work in progress, Sabdar instala algunos esquemas como resplandores fundacionales de un tema que se le escapa porque tal vez, sea inaprensible aun para el teatro. Una instancia donde la realidad grita en un tono más fuerte que la habilidad para componer sobre ella.

El movimiento, escrita y dirigida por Laura Sabdar, se presenta los sábados a las 21 horas en La Materia.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *